Para George Orwell La gran enemiga del lenguaje es la falta de sinceridad. “Cuando hay una brecha entre las intenciones reales de uno y aquellas que confiesa, uno se vuelve hacia las largas palabras y los agotados modismos por instinto, como si fuera un calamar arrojando un chorro de tinta”.
Para evitar la tentación que la imprecisión y las frases trilladas, Orwell ofreció estas seis reglas de oro.
1. No uses nunca una metáfora, símil o figura lingüística que estés acostumbrado a ver impresa, en particular expresiones como “talón de Aquiles”, “canto del cisne”, “hervidero”, “semillero” que Orwell llamaba “metáforas muertas”. Consideraba que la mayoría de las veces se usaban sin conocer su auténtico significado.
2. Si puedes usar una palabra corta, no uses nunca una larga. A Orwell le exasperaba el uso “pretencioso” del idioma con el abuso de palabras como “fenómeno”, “individuo”, “objetivo” y “elemento” o sin significado como “romántico”, “plástico”, “valores” y “humano”.
3. Si puedes acortar una palabra, hazlo. Para Orwell es frecuente encontrar párrafos largos y carentes de sentido no solo en discursos políticos sino en textos sobre Arte y crítica artística.
4. Nunca uses la voz pasiva si puedes usar la activa.
5. Nunca uses un vocablo extranjero, un término científico o jerga si crees que existe un equivalente en el lenguaje común.
6. Rompe cualquiera de estas reglas antes que decir una barbaridad. Por ejemplo, si es necesario para construir la frase más exacta pero bajo la recomendación de no usar el lenguaje para manipular o engañar al lector.
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