El humor del presidente Mao

El siguiente artículo se publicó en la revista mexicana "Nexos" y su autor es Luis Bugarini.

Lo notable es como los actuales líderes populistas de la región dicen frases muy similares a las aquí comentadas.

Aquí el artículo:

El marxismo fue enfático en su propuesta de reingeniería social y pagó cara esta soberbia. La Historia le daría la razón aunque lo único que hizo fue darle garrotazos.

Su aliento profético se trozó desde un inicio, ya que fue puesto en práctica por un grupo de intelectuales y no, como se pensó, por una clase obrera enfurecida por el oprobio. La diosa Dialéctica ignoró su tentativa y lo mismo la burocratización que los excesos del centralismo, desbarataron su capacidad para implementar el socialismo en un entorno de pocos aliados. De manera paulatina, el sueño se transformó en la pesadilla que aún subsiste en la cabeza de no pocos obstinados.

Las Citas del Presidente Mao, título original de lo que se conoce como el Libro Rojo de Mao, figura como el segundo libro más impreso de la historia, después de la Biblia. Sergio Vila-SanJuán lo coloca por encima de El Corán o El libro de Mormón, en Código Best seller con las cifras en la mano. Es un libro que se desborda en las librerías de viejo y, como sucede con cualquier otro programa ideológico, presenta fallas irremediables que saltan a la vista en una hojeada distraída. Es una vulgata de subrayados, firmada por un tal Lin Piao, quien fuera su ministro de defensa, cuya misión era servir como catecismo para los menos favorecidos desde el punto de vista ideológico. China es gigantesca y el adoctrinamiento no sucede de la noche a la mañana. Así que en el mismo libro aparece el moralista, el filósofo y el dirigente. Un manual todo en uno.

El libro se publicó por primera vez en 1964 y recoge ideas, sentencias y consejos del presidente Mao, a la manera de un prontuario. Basta con leer el índice para ir directo al asunto de nuestro interés. El humorismo involuntario deriva de muchas de sus aseveraciones, que se prueban equivocadas o decididamente sectarias. La lectura del volumen es un tedio infinito, pues no hace sino repetir el corpus ideológico del marxismo-leninismo, adaptado a las condiciones agrícolas y de aislamiento de China. La paradoja es que despoja al marxismo de su condición esencialmente crítica, para transformarlo en una secuencia de lugares comunes y consejos para la vida práctica. Ser revolucionario por decreto es una tara de proporciones insólitas.

El Libro Rojo ha derivado en una curiosidad, ya que su descaro en el culto a la personalidad termina insoportable. Deng Xiaoping —autor de la idea: “un país, dos sistemas”— se encargó de hacerlo a un lado para restarle influencia a la figura de Mao. Es lógico que fuera de su contexto histórico, cualquier programa ideológico quede en los huesos. Es triste, no obstante, que fueron postulados que se utilizaron para neutralizar adversarios y, en consecuencia, limitar la libertad de los disidentes chinos. La miseria que trajeron consigo las diversas formas de implementar el socialismo, aún no se estima en su más justa proporción.

Extraigo algunas líneas que juzgo significativas.

1. “Son nuestros enemigos todos aquellos que están confabulados con el imperialismo: los caudillos militares, los burócratas, la burguesía compradora (sic), los grandes terratenientes y el sector reaccionario de la intelectualidad subordinado a ellos”.

2. “Tanto el dogmatismo como el revisionismo son contrarios al marxismo”.

Y más abajo:

“El sistema socialista terminará por reemplazar al sistema capitalista; ésta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre”.

3. “Las contradicciones entre nosotros y el enemigo son antagónicas”.

Y más arriba:

“El enemigo no desaparecerá por sí solo”.

 4. “La historia demuestra que las guerras se dividen en dos clases: justas e injustas. Todas las guerras progresistas son justas…”

5. “Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: El Poder nace del fusil”.

Y más abajo:

“Estamos por la paz”.

6. No golpear ni injuriar a la gente;

7. “El Partido Comunista no teme a la crítica porque somos marxistas, la verdad está de nuestro lado…”.

Y más abajo:

“Las cosas en el mundo son complejas y las deciden diversos factores. Debemos examinar los problemas en sus diferentes aspectos y no en uno solo”.

8. “Con sus fusiles, los comunistas rusos crearon el socialismo. Nosotros crearemos una república democrática.”

9. “El mundo progresa y el futuro es brillante; nadie puede cambiar esta tendencia general de la historia”.

10. “El imperialismo norteamericano no ha sido derribado aún y tiene la bomba atómica. Estoy seguro de que será derribado. También es un tigre de papel”.

Y más abajo:

“El imperialismo no vivirá mucho porque perpetra toda clase de infamias”.

¿Argentina espera 10 años de depresión?

La recuperación económica que todos los candidatos prometen NO va a ocurrir. Al contrario. Argentina se prepara para vivir 10 años de depresión. 10 años de un proceso de deterioro lento pero irreversible que se prolongará prácticamente hasta el 2025.

Vendrá una década entera de involución económica, social e institucional similar a la década del 80.

La inflación promedio en esa década fue del 236% anual y la única manera de proteger los ingresos era comprando dólares. Había cortes de luz programados. Todo el sistema energético estaba atado con alambres. El salario real cayó un 20% en esos 10 años.

ACOSTUBRADOS A ESTAR MAL
Hoy nos tomamos con naturalidad tener el cepo cambiario, una inflación anual cercana al 40% o que hayamos entrado una vez más en default (la séptima vez en nuestra historia).

Nos acostumbramos a sufrir cortes de luz en cada verano y ahora también en cada invierno porque el sistema energético está colapsado.

Nos acostumbramos a la inseguridad.

Nos acostumbramos a que nuestros políticos tengan causas abiertas por corrupción o inmensas fortunas que no son capaces de justificar.

El deterioro que vamos a vivir de acá al 2025 será tan gradual que ni siquiera nos daremos cuenta.

Nos vamos a acostumbrar a tarifas de servicios públicos más caras; nuevos impuestos; salarios cada vez menos competitivos a nivel mundial; nuevas restricciones para comprar divisas; mayores niveles de pobreza. Todo consecuencia lógica de tantos años de malos manejos de la economía.

La Argentina se ha convertido, después de Venezuela, en el país que menos ha crecido en la región y el que más inflación tiene. En los últimos dos años, la Argentina ha perdido más de 20.000 millones de dólares en reservas y el año próximo hay que afrontar pagos de deuda por 25.000 millones de dólares.

Los 10 años de Depresión económica y social indican que se hicieron muy mal las cosas durante mucho tiempo.

El principal problema de la Argentina es muy simple: Hace 6 años gasta mucho más de lo que le ingresa. Eso se llama déficit fiscal.

EVOLUCIÓN DEL DEFICIT FISCAL
Sin Transferencias de ANSES y BCRA según Ministerio de Economía


Sólo en el 2014, el Estado Nacional perdió el equivalente al 5.3% de nuestro PBI. Para el 2015 superará el 7% del PBI (nivel similar al que tuvieron las cuentas públicas en el 2001).

Si bien la recaudación fiscal creció %1225; el gasto público creció 1.402% desde el año 2003.

Durante la gestión de Cristina Fernández los subsidios económicos al sector privado crecieron un 765%. El gasto del Estado para cubrir el déficit de empresas públicas como Aerolíneas Argentinas o el programa Fútbol para Todos, aumento 5.700% (58 veces).

RESULTADO FISCAL EN % DEL PBI


La pregunta es ¿cómo se revierte?, pero las alternativas no son muchas y todas controversiales

Opción #1: Subir los impuestos o crear nuevos
El problema es que estamos frente a la presión fiscal más alta de nuestra historia. En total pagamos 96 impuestos distintos y hace falta trabajar 6 meses solamente para poder cumplir con el pago de todos ellos.
Por lo tanto en un entorno de asfixia impositiva, subir más los impuestos da como resultado menos producción y menos crecimiento.

Opción #2: Pedir deuda
En los últimos 70 años, la Argentina pasó 36 de ellos en default. Pocos estarán dispuesto a prestar dinero y los que se atrevan lo harán a tasas muy elevadas.
Eso sería patear el problema para adelante como en los años 90.

Opción #3: Recortar el gasto público por AR$ 400.000 millones
Recortar el gasto público significa eliminar subsidios, congelar sueldos públicos o bien despedir empleados estatales considerando que el estado incorporó a su nómina a 1.500.000 de nuevos empleados. Hoy en día, 1 de cada 4 empleados trabaja en el Estado.
Ningún presidente dejaría un millón y medio de familias sin trabajo.

Recortar los subsidios sería complicado porque nos hemos acostumbrados a pagar precios muy bajos por servicios como electricidad, gas, transporte o agua. La tarifa de luz en la Argentina es la sexta más barata en todo el mundo: US$ 0.06 por kilowatt.
Recortando los subsidios la boleta de electricidad podría costar hasta 14 veces más.

SUBSIDIOS ECONOMICOS % PBI


En el año 2006, los subsidios representaban menos del 1% del PBI; En el 2011 ya habían trepado hasta el 3.6% del PBI y en el 2014 alcanzaron el 5% del PBI.

Las tres opciones traen consecuencias negativas en el corto plazo para todos los argentinos, pero lamentablemente, no hay otras alternativas para solucionar el problema del déficit fiscal que no sea hacer recortes, subir los impuestos o pedir deuda.

El Banco Central está quebrado

Por su afán de financiar al Gobierno, el Banco Central imprimió pesos contra deuda que no tiene un valor de mercado y así llegamos a hoy con una deuda impagable de AR$ 627.000 millones.

Ningún Banco Central del mundo simplemente emite billetes y se los “regala” al Gobierno de turno. Cuando un Banco Central emite pero para comprar deuda. En este proceso el Banco Central acumuló muchos títulos de deuda del Gobierno que hoy no tienen valor.

Además las reservas en dólares que el Banco Central dice tener son en realidad mucho menores a las informadas. Si bien el Banco Central asegura poseer USD 33.900 millones de reservas, en este monto hay muchos dólares que no son del BCRA y que por lo tanto éste no puede ni tocar.

Deben restarse los encajes en dólares que son de los bancos privados y que depositan en la entidad monetaria como forma de asegurarlos.

También deben descontarse dólares que el BCRA “alquila” a otras entidades pero que, en realidad, debe devolver tarde o temprano, como los llamados “derechos especiales de giro” del FMI, o las deudas con organismos internacionales, o el Swap con el Banco Central Chino, que supera los USD 3.000 millones. También hay que descontar los CEDIN, que representan dólares que no le pertenecen al Central, sino a la gente que los suscribió para realizar operaciones inmobiliarias.

Al realizar todas estas deducciones el monto de reservas reales apenas supera los USD 20.000 millones.

Para entender si ese dinero alcanza o no hay que pensar que Argentina tenía lo que se llama “superávit gemelos”. Por un lado había superávit fiscal (el Estado gastaba menos de lo que recaudaba), y por el otro lado, también había superávit comercial, es decir que el país exportaba más de lo que importaba. Ambos superávit blindaban a la economía ante cualquier problema.

Ahora la situación es completamente distinta. El superávit fiscal no existe hace 6 años y el superávit comercial está en su nivel mínimo desde el año 2001.

SUPERÁVIT COMERCIAL


La caída del superávit comercial es brusca. De hecho, la balanza comercial está prácticamente en los mismos niveles que en 2001.Con superávit fiscal y comercial, las reservas del Banco Central crecieron. Ahora con déficit fiscal y la balanza comercial empieza a caer, los dólares escasean.

Por lo tanto el Banco Central no solo está quebrado y miente con el nivel de reservas que tiene, sino que además se está quedando día a día sin lugares de dónde sacar dólares.

INFLACION

Después de Venezuela, la Argentina es el segundo país con mayor nivel de inflación en todo el mundo. Desde mayo de 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner, la base monetaria se multiplicó 14 veces.  Con semejantes niveles de emisión monetaria la inflación es una consecuencia lógica.

BASE MONETARIA EN MILLONES DE PESOS


El promedio mundial de inflación en 2014 fue de 4,7% anual; mientras que la Argentina registró un 38.4%. Para el 2015 se prevé una inflación mundial del 4,4%; mientras que en la Argentina, se estima que terminaremos este año con una inflación del 28%. La Argentina sextuplica el promedio mundial de inflación.
La inflación acumula un alza superior al 235% en los últimos 5 años.

Lo único que hizo el Gobierno para solucionar el problema de la inflación fue el Programa de Precios Cuidados. El famoso famoso y fracasado control de precios de la década del ’80 que obviamente no funcionó ni funcionará.

El único recurso que les queda a los ciudadanos argentinos para proteger el poder adquisitivo es la compra de dólares. Según el Banco Central, desde 2003 hasta la fecha se vendieron 93.064 millones de dólares. Es decir que el Banco Central vendió cerca de 100.000 millones de dólares a gente que lo único que quería era llevar su capital fuera del país o guardarlo “en el colchón” o en una caja de seguridad.

FUGA DE DÓLARES EN MILLONES


La respuesta a la fuga de divisas fue el Cepo Cambiario que también resultó un total y absoluto fracaso, porque no solo no logró frenar la salida de divisas sino que además impidió que llegaran dólares del exterior.

El Cepo Cambiario es un lastre para los ciudadanos porque impide ejercer su libertad de ahorrar en la moneda que quiera. También es un lastre para el argentino que tiene una empresa y quiere vender sus productos al exterior. Por eso las exportaciones cayeron con contundencia a partir de la implementación de esta medida, lo mismo que la Inversión Extranjera Directa que cayó 41%.

VARIACION DE LAS EXPORTACIONES


MAS PROBLEMAS EN PUERTA

La Reserva Federal estadounidense define la tasa de interés de los Bancos estadounidenses. Las mismas por decisión de la Reserva Federal, se mantuvieron muy bajas durante los últimos 14 años, lo que provocaba que a un inversor norteamericano no lo convenía mantener su dinero guardado en el Banco. Le convenía invertirlo en el exterior y tener un retorno mayor. Por eso es que miles de millones de dólares fueron invertidos en las economías de países emergentes, principalmente en China y en países de América Latina como Perú, Brasil, Chile y Colombia que  tuvieron un desarrollo en los últimos 14 años gracias a todo el dinero que recibieron como inversiones.
El crecimiento de China, le permitió a la Argentina convertirse en el principal proveedor de soja, maíz y trigo del mercado chino.
Las bajas tasas de interés y el crecimiento chino empujaron hacia arriba el precio de todos los commodities, incluyendo el petróleo, el oro, la soja y otros productos primarios que exportamos.

Fueron los años donde Argentina tenía una balanza comercial súper favorable. Eso se acabó. Este año la Reserva Federal tiene decidido subir las tasas de interés lo que provocará un regreso de los dólares a Estados Unidos y se irán de los destinos más riesgosos.

Algunas alarmas ya se encendieron. El petróleo cayó un 50% el año pasado, la soja, que llegó a costar 600 dólares la tonelada, hoy cotiza muy por debajo, a 340, y todas las monedas del mundo se devalúan frente al dólar.

Sumemos además el conflicto de la deuda externa, la deteriorada relación comercial con Brasil y debilitada economía, además de los US$ 11.000 millones por año que el Estado tiene que gastar para que el sistema energético no colapse.

 Todo esto junto indica que vamos camino a 10 años de Depresión.

Entrevista Inédita de Ayn Rand

El 11 de agosto de 1967 Ayn Rand apareció como invitada en el programa de televisión del popular Johnny Carson, "The Tonight Show".

Carson se quedó prendado con el encanto de Ayn Rand hasta el punto de cancelar a todos sus otros invitados y dedicarle el show completo a ella.

La cadena NBC confirmó que había recibido el mayor número de cartas en un año, y casi un récord en la historia del show.

 

En el país del complot permanente

Mientras la Justicia investiga, se ha generalizado la idea de que Alberto Nisman fue víctima de un complot. La opinión pública es muy receptiva a este tipo de explicación, pues durante doce años el kirchnerismo ha denunciado repetidamente complots y conspiraciones, y no le ha ido mal. Hoy, por primera vez las cosas se han invertido: sin pruebas, pero con convicción, la mayoría cree que esta vez el Gobierno no es la víctima, sino el responsable.

Los complots no son una manía exclusivamente argentina; por lo contrario, tienen una larga historia en el mundo occidental. Desde fines del siglo XVIII, fueron el contracanto de la modernidad, la ilustración y la razón. Ya por entonces proliferaron las novelas sobre ligas y sectas, misteriosas y maléficas. Jesuitas, masones, templarios, illuminati y rosacruces eran los portadores de secretos planes de dominación del mundo, tan infernales como los de la Reina de la Noche de La flauta mágica. No era el viejo demonio, con su cortejo infernal de brujas, sino hombres organizados para adueñarse del poder. En el siglo XIX fueron sumados al universo conspirativo los judíos, que llegaron a ser protagonistas principales, y el Anticristo, que concentró el mal en una persona, infinitamente maligna y poderosa. Ésa es la trama de lo folletines del siglo XIX, los teleteatros actuales o las películas de James Bond, con múltiples variaciones del Satánico Doctor No. Todo eso contribuyó a conformar una visión conspirativa del mundo y el poder, convertida finalmente en una filosofía de la historia espontánea, que domina el sentido común.

Todos los complots se parecen en su forma. En El cementerio de Praga, Umberto Eco creó el personaje del abate Dallapiccola -el único ficticio en una novela llena de erudición-, que se dedicó a escribirlos por encargo para incriminar sucesivamente a los carbonarios, Garibaldi, los republicanos, los anarquistas o los partidarios de Dreyfus. Según la demanda de quien le pagaba, Dallapiccola sacaba y ponía a los jesuitas, masones, protestantes, capitalistas, ácratas y sobre todo a los judíos, cuya imagen podía amoldarse a todos los requerimientos. El cementerio de Praga era el lugar de reunión preferido de los conspiradores, cuyas maquinaciones se ajustaban a una forma universal del complot, repetida, previsible y, por eso mismo, creíble, pues "la gente cree lo que ya sabe". El último texto del abate fue a parar a manos de la Ojrana, la policía secreta del zar, que lo hizo famoso como Los Protocolos de los Sabios de Sion.

La singularidad y la eficacia de los complots dependen de los contenidos con que se llena la forma básica. En la Argentina -que ya los conoció en la época de las guerras civiles-, la moderna la idea de complot se vinculó, de un modo u otro, con la construcción de la nacionalidad. Inicialmente, el Estado promovió una nacionalidad amplia, inclusiva y tolerante, para "todos los hombres de buena voluntad", sin distinción de raza, credos o ideas. A fines del siglo XIX comenzó un giro, estudiado por Lilia Ana Bertoni, hacia la construcción de una nacionalidad homogénea. Era algo complicado, en un país de inmigración, pero según la moda de entonces la pluralidad era señal de debilidad y era imperativo separar al "ser nacional argentino" de lo ajeno, lo cosmopolita, lo extranjerizante. Así comienza la historia de "nosotros" y de "ellos".

La convicción, plena de soberbia, de que la Argentina tenía un destino de grandeza se combinó con una paranoia creciente, a medida que la realidad no justificaba esos prospectos. Sobre esa base se armaron las ideas del complot antinacional, parecidas pero diferentes según quién las enunciaba. El Ejército asoció la nación con su territorio, esencialmente argentino, y sospechó de los vecinos -sobre todo Chile y Brasil-, ansiosos de quedarse con lo nuestro. Detrás de Brasil estaba Gran Bretaña, gran potencia imperialista y vieja usurpadora de un fragmento de nuestro territorio esencial. Con el tiempo, los militares adoptaron la noción de frontera interior, y la lista de complotantes se extendió a los "subversivos apátridas".

Apátridas también fueron, a principios del siglo XX, los anarquistas, responsables de una conflictividad social más amplia, que el Estado se negaba a admitir. La ley de residencia autorizó a expulsarlos, abandonando el principio liberal e integrador de la Constitución. Una división parecida hizo la Iglesia Católica, que bajo la inspiración del papado desarrollaba un vasto proyecto de identificación de la nación con el catolicismo. Entre 1930 y 1940, bonachones curas de barrio denunciaban en términos apocalípticos la penetración extranjera cuando avistaban un protestante predicando en la vecindad. Los discursos más encendidos -como los de los padres Meinvielle o Filippo- sumaron a los judíos, siguiendo los argumentos de los Protocolos que retomó aquí Hugo Wast.

Otra vertiente fue el nacionalismo antiimperialista, que ubicó en el eje del mal a Gran Bretaña y luego a Estados Unidos. Gran Bretaña era un país protestante, se había adueñado de las Malvinas argentinas y organizó la economía del país en beneficio propio. Con esos elementos, fue fácil reconstruir la historia de un complot eterno en contra de la Argentina, asociada con la oligarquía local, cosmopolita y liberal, y socia en la explotación del pueblo. Esto empalma con otro costado: el nacionalismo populista, de Yrigoyen a Perón, que en nombre del pueblo argentino demonizó a la así llamada oligarquía.

Son versiones diferentes, y en muchos casos contradictorias, pero siempre divisivas: hay un campo de la nación y el pueblo y otro de sus enemigos. El revisionismo histórico logró armar con ellas un relato integrado y completo de la historia argentina en la que cada episodio, desde Colón o Mariano Moreno, forma parte de un complot de las fuerzas antinacionales. El revisionismo tuvo mucho éxito, en parte porque dio una respuesta gratificante a los fracasos argentinos: la culpa era de ellos, los malos. Se convirtió en la filosofía política de la gente común, que desde entonces creyó en toda explicación que lo confirmaba, y particularmente los complots.

La predisposición para creer en el complot antinacional está siempre latente. Sólo hace falta activarla, como lo hizo Galtieri en abril de 1982. Con esa matriz, los Kirchner construyeron su relato, que resultó un poderoso instrumento de poder. Partieron profundamente el campo político y explicaron cada conflicto en términos de un complot contra el gobierno y el pueblo. El enemigo era uno y muchos a la vez, pues como el abate Dallapiccola, en cada ocasión combinaron los elementos de manera diferente. La lista de los potenciales complotados es conocida: los militares genocidas, la oligarquía terrateniente y los grandes medios de prensa; sobre la figura de H. Magnetto, CEO de Clarín, se construyó un personaje digno del peor folletín. Las "corporaciones" siempre estuvieron a mano, y más recientemente el llamado Partido Judicial ocupa el centro de la escena. En el exterior casi todo es hostil, y hoy entra en la mira el Estado de Israel, tras el cual se perfila la sombra del judío eterno.

Este discurso, cambiante pero idéntico, no resiste al análisis lógico, pero encaja perfectamente en lo que muchísima gente está predispuesta a escuchar y aceptar. La matriz existe y el Gobierno sabe usarla. Pero con el caso Nisman no logra armar una versión simple y creíble; prueba varios caminos y se pierde en el mar de las descalificaciones personales. Está a la defensiva y le cede el terreno a otra versión del complot, también especulativa pero más obvia, que en principio vincula un asesinato con el poder y el Gobierno.

Quizá con el tiempo cambie la matriz del complot; "nosotros" podrá referirse al país normal, y "ellos" serán los delincuentes. En lo inmediato, el nuevo gobierno sólo puede aspirar a atenuar la exaltación complotista, volviendo a meter al genio malo en la botella. Pero es bueno saber que cualquier traspié podrá activar una versión del complot. Y no será éste el menor de los problemas del nuevo gobierno.

Luis Alberto Romero / Diario La Nación

Argentina y la Libertad

Espero que algún día tomemos conciencia de la sabiduría de la brillante observación de Alexis de Tocqueville, que creo haberla repetido en múltiples oportunidades: “Tanto más fuertes son los vicios del sistema, que la virtud de los que lo practican”. Y seguidamente añadió: “Socialismo y concentración del poder son frutos del mismo suelo”. Ante esa realidad me voy a permitir hacer una análisis histórico de la Argentina, a partir de Rosas, hasta Perón y después. No olvidemos que la historia es un aprendizaje (David Hume).

La primera pregunta al respecto del tema que nos ocupa sería: ¿Que cultura y empresariado tenía la Argentina en la época de Rosas? Me atrevería a decir ningún empresario. Entonces ¿qué fue lo que permitió que Argentina entre 1853 y principios del siglo XX diera un salto cuántico en la historia y pasara de ser uno de los países más atrasados del mundo, al séptimo país más rico del mundo? Indudablemente que Caseros no tenía por objeto la libertad, sino eliminar el monopolio de la aduana de Buenos Aires del comercio internacional argentino y permitir la libre navegación de los ríos.

Dada esa realidad el paso subsiguiente se produjo cuando Justo José de Urquiza, sin quien no habría existido la Argentina, se enamoró de las ideas del pensador más grande de América Latina, Juan Bautista Alberdi. Fue en razón de ello que se aprobó la Constitución de 1853, basada en la Constitución americana, y se inició la libertad en la Argentina. Y volviendo a Tocqueville: “Los países no son más ricos por la fertilidad de sus tierras, sino por la libertad de sus habitantes”. Lamentablemente en Argentina se cree que la riqueza fue producida por la Pampa Húmeda, y por ello me he permitido sostener que entonces se humedeció en 1853 y se secó en 1942.

Argentina llegó a principios del siglo XX como el segundo país del mundo en estatuir e implementar el sistema del Rule of Law, que había cambiado la historia universal. Así competía con Estados Unidos y tal como lo reconociera The Economist recientemente, tenía un ingreso per cápita más alto que Alemania, Francia e Italia. En ese período había pasado de tener un millón de habitantes con un 80% de analfabetos, a siete millones de habitantes y 25% de analfabetos.

Creo entonces que la Argentina es un ejemplo para la historia universal. No obstante las dificultades políticas generadas por el gobierno de Irigoyen y su última consecuencia su destitución en 1930, la Argentina, aun durante la denominada década infame, soportó la recesión del treinta en mejores condiciones que Estados Unidos. Pero también llegó el Nacionalismo Católico y con él se produjo la llegada del fascismo con la presidencia de Juan Domingo Perón y Evita. Basta analizar la Constitución de 1949 para tomar conciencia de que se habían abandonado todos los principios y derechos garantizados por la Constitución de 1853-60, y se iniciaba el proceso fascista que había comenzado en Europa con la presidencia de Mussolini en Italia y siguiera en Alemania con Hitler.

Como bien dijera Lenín: “Un fascista es un liberal asustado”. O sea ante la alternativa de ser expropiados, los capitalitas empresarios colusionan con el Estado. Esa es la alternativa de la que nos debemos liberar en la conciencia de que el gobierno es una administración de hombres sobre hombres, y los hombres no son ángeles. Por tanto es necesario limitar el poder político y tomar en cuenta que las mayorías no tienen derecho a violar los derechos de las minorías (James Madison). Y tal como dijera Hume, el problema no son las mayorías sino las asambleas que pretenden representarlas, y a los hechos me remito.

Entonces recordemos que el fascismo se inicia en Italia, donde Mussolini, un antiguo socialista, adopta las ideas de Lenín expuestas en su NEP: (Nueva Economía Política). En ella Lenín al darse cuenta del fracaso del comunismo en el orden económico llegó a la siguiente conclusión en su “Introducción a la Nueva Política Económica”:

“Podemos permitir el libre intercambio local en una apreciable extensión, pero sin destruir, sino en la realidad reforzar el poder político del proletariado”

O sea siguiendo las máximas de Machiavello en el Príncipe: “El príncipe no puede controlar el amor, pero sí el miedo”. Y siguiendo en la NEP dijo: “Los capitalistas están operando entre nosotros. Están operando como ladrones, tienen ganancias, pero saben cómo hacer las cosas”.O sea el fascismo fue el engendro político surgido de esa apreciación de la realidad, por tanto a partir de otra colusión con el socialismo, que determina el poder absoluto. Es decir, no se respetan los derechos individuales. Los empresarios (capitalistas) ante esa alterativa o abandonan los países o colusionan con el gobierno para salvar su propiedad.

Como antes dijimos el fascismo llega de la mano del Nacionalismo Católico que se pergeñeó finalmente en la Argentina de conformidad con el acuerdo de Mussolini con el papa Pío XI, es decir, el Concordato de Letrán de donde surgió la encíclica Quadragesimo Anno, en la que se encuentran los siguientes principios:

“Por tanto la autoridad pública, guiada siempre por la ley natural y divina e inspirándose en las verdadera necesidades del bien común, puede determinar más cuidadosamente lo que es lícito…”

“El Estado, el cual libre de todo partidismo, de bienestar erigido en soberano supremo árbitro de las ambiciones y concupiscencia de los hombres”.

En función de esos principios llegó Perón y así se impuso a los empresarios la alternativa de la supervivencia. Así ocurrió en la Alemania de Hitler donde las empresas más destacadas colaboraron con el nazismo aun en plena Guerra Mundial. Ese proceso, lamentablemente no terminó con la caída de Perón en 1955, cuando los militares la primera medida que adoptaron fue la ruptura del contrato petrolero con la California.

Debemos tomar conciencia pues que la naturaleza humana es universal, y los comportamientos dependen del sistema ético político en que se encuentra el hombre. De tomar conciencia de esta realidad surgió el sistema contrario del socialismo y el  fascismo, que determinó el respeto por los derechos individuales y la limitación del poder político. De esa concepción político-filosófica surgió el empresariado y la consecuente creación de riqueza por primera vez  en la historia. La política no depende de los empresarios, los empresarios dependen de la política.

La Argentina con votos o sin votos no ha salido en la práctica del proceso que iniciara Perón y la Constitución de 1853-60 pasa por debajo de la mesa de peronistas y no peronistas. Por ello podemos decir que la sociedad, empresarios incluidos, se encuentra perdida en el llano. Son los políticos los que tienen en sus manos la responsabilidad de restituir los principios que llevaran a la Argentina por las cimas de la historia. Tenemos que rescatar las ideas de Alberdi y Sarmiento, a los cuales en la actualidad el gobierno los descalifica por extranjerizantes. Y recordemos una observación del primero que está hoy más vigente que nunca: “Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país es  la riqueza del fisco”. Y esta realidad no solo se está viviendo en Argentina, sino que puedo decir que la Unión Europea está más quebrada que Argentina. Cuando el gasto público alcanza o supera el 50% del PBI se viola el derecho de propiedad, y cuando esto ocurre desaparecen los empresarios que crean la riqueza, y quedan los que en virtud de la supervivencia “colaboran” con el Estado. En este caso debo recalcar la excepción de la Sociedad Rural y su presidente Luis Miguel Etchevehere, y del presidente de Shell Sr. Aranguren.

Cuando todo el mundo se tiene que ocupar de la política, es precisamente porque esta no funciona como debe, y se vive la incertidumbre y la falta de libertad. Lo necesario es que surjan los políticos que en función de las ideas de la libertad, ofrezcan al público la alternativa del respeto por los derechos individuales. Es posible que ante esa posibilidad surjan empresarios capaces de colaborar directa o indirectamente al rescate de la Constitución.

Armando Ribas